Supongamos que nunca te conocí.
Supongamos que nunca nos enamoramos.
Supongamos que nunca te dejé besarme tan dulce y tan suavemente.
Supongamos que nunca, jamás te ví.
Supongamos que nunca me llamaste.
Supongamos que sigo escuchando canciones de amor, para amortiguar mi propia caída.