miércoles, 25 de mayo de 2011

Con un jadeo salvaje, volvió su boca contra la mía, con los

dedos clavados frenéticamente en la piel de mi cintura.

El ralamazo de ira desequilibró mi capacidad de autocontrol; su

respuesta extática, inesperada, me sobrepasó por completo. Si sólo

hubiera sido cuestión de orgullo habría sido capaz de resistirme,

pero la profunda vulnerabilidad de su repentina alegría rompió

mi determinación, me desarmó. Mi mente se desconectó de mi

cuerpo y le devolví el beso. Contra toda razón, mis labios se movieron

con los suyos de un modo, extraño, confuso, como jamás

se habían movido antes, porque tenía que ser cuidados con J

y desde luego, él no lo estaba siendo conmigo.

Mis dedos se afianzaron en su pelo, pero ahora para acercalo

a mí.

Lo sentía por todas partes. La luz incisiva del sol había vuelto

mis párpados rojos, y el calor iba bien con el calor. había ardor

por doquier. No podía ver ni sentir nada que no fuera J

La pequeñísima parte de mi cerebro que conservaba la cordura

empezó a hacer preguntas.

Porqué no detenía aquello? Peor aún, por qué ni siquiera

encontraba en mí misma el deseo de deternelo? Qué significaba

el que no quisiera que J parara? Por qué mis manos, que

colgaban de sus hombros, se deleitaban en los amplios y fuertes

que eran? Por qué no sentía sus manos lo bastante cerca a pesar

de que me aplstaban contra su cuerpo?

Las preguntas resultaban estúpidas, porque yo sabía la verdad

había estado mintiéndome a mí misma.

Él tenía razón. había tenido razón todo el tiempo, Era(es) más

que un amigo para mí. Ëse era el motivo por el que me resultaba

tan difícil decirle adiós, porque estaba enamorada de él. También.

Le amaba mucho más de lo que debía, pero a pesar de todo, no lo

suficiente. Estaba enamorada, prto no tanto como para cambiar las

cosas, sólo suficiente para hacernos aún más daño. Para hacerle

mucho más daño del que ya le había hecho con anterioridad.

No me preocupé por nada más que no fuera su dolor. Yo me

merecía cualquier pena que esto me causara. Esperaba además

que fuera mucha. Esperaba sufrir de verdad.

En ese moemtno parecía como si nos hubiéramos convertido

en una sola persona. Su dolor diempre había sido y siempre

será el mío y también su alegría ahora era mi alegría. Y sentía

esa alegría, pero también que su felicidad era, de algún modo,

dolor. Casi tangible, quemaba mi piel como si fuera ácido, una

lenta tortura. #

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAH;